jueves, 23 de septiembre de 2010

Tiroides



Las enfermedades de la glándula tiroides son lo suficientemente frecuentes como para que todos hayamos oído alguna vez de personas que padecen algún tipo de patología vinculada a esta glándula. Es por ello razonable que cualquiera pueda preguntarse si no padece de algún trastorno tiroideo, o si alguna molestia que comprueba no podía obedecer a esta patología. Sin embargo, para la mayoría de las personas es muy probable que tanto la glándula tiroides como las alteraciones de su función no signifiquen nada concreto.

¿Qué es la tiroides y qué es el bocio?


Es una glándula alojada en la parte delantera del cuello, que normalmente no se ve ni se palpa. En aquellos casos en los que se ve, o al menos es palpable, se puede decir que está aumentada de tamaño. Al aumento de tamaño de la glándula tiroides se le llama bocio. Decir bocio no significa decir otra cosa que eso: tiroides aumentada de tamaño.

El aumento registrado por la glándula puede ser de diversa magnitud, pudiendo en ocasiones alcanzar un tamaño tan importante que llega a producir dificultades para deglutir, para hablar o aún para respirar.

Los bocios pueden ser a su vez, independientemente de su tamaño, difusos o nodulares; y a su vez, los bocios nodulares pueden estar constituidos por un solo nódulo o por muchos. Esta última distinción tiene mucha importancia diagnóstica y pronóstica, ya que aquellos bocios que tienen un solo nódulo tienen mayor probabilidad de que este sector de la glándula contenga tejido canceroso, o no teniéndolo, degenere más adelante, adquiriendo la evolución de un tumor maligno.

Si bien la probabilidad estadística de que el nódulo único de tiroides indique la presencia de un tumor maligno es alta, ello no significa que sea equivalente a su diagnóstico; sólo significa que debe obligatoriamente estudiarse en todos los casos.

¿Cómo funciona la glándula tiroides?

Interesa conocer la tiroides no solo como estructura sino también como tejido funcionante, que es productor de sustancias, del tipo de las llamadas hormonas, que actúan en muy diversas partes del organismo.

Independientemente de que la tiroides tenga o no aumento de su tamaño, puede funcionar normalmente, en exceso o en déficit. Cuando lo hace en exceso, esa alta producción de hormonas provoca la enfermedad llamada hipertiroidismo. Cuando su función es deficitaria, dará lugar a un hipotiroidismo.

Uno de los errores más comunes que comprobamos es confundir el tamaño aumentado de la glándula (bocio) con el aumento de su función. El bocio no siempre se acompaña de un exceso de función o hipertiroidismo. En realidad, es mucho más frecuente que el bocio tenga lugar con un déficit funcional (hipotiroidismo) que con un exceso de secreción hormonal. No obstante, la situación más frecuente de toas es que el bocio curse con función glandular normal. A esta situación, la más común se le denomina “bocio simple”.

¿Cómo sospechar la existencia de un hipertiroidismo?

Muchos síntomas relatados por el enfermo pueden corresponder a un exceso de función tiroidea; sin embargo, es la sumatoria integrada de varios de ellos lo que plantea la sospecha e induce al diagnóstico. De la misma manera ocurre con aquellos signos que encuentra el médico en el examen clínico. De entre todos ellos se debe destacar la existencia de un adelgazamiento, que no se encuentra vinculado a una menor ingesta de alimentos. El médico puede también recoger en su examen la presencia de un temblor fino y distal de las manos y ojos “saltones” con aumento de brillo ocular. El paciente relata que sufre también una aceleración del tránsito intestinal, palpitaciones, mala tolerancia al calor, irregularidades menstruales, pérdida de fuerzas musculares. A veces ha muy pocos de éstos síntomas.

Como es tan variada la gama de fenómenos que pueden ser ocasionados por un hipertiroidismo, muchas veces el primero en pensar en la enfermedad e iniciar su pesquisa puede no ser el endocrinólogo, sino otro especialista-

¿Cómo se presenta el hipotiroidismo?

En otras circunstancias que se ven con mayor frecuencia hay un déficit de la función tiroidea, o hipotiroidismo, que puede cursar con o sin bocio. Los síntomas también suelen ser muy heterogéneos, a veces muy escasos. Se observa el aumento de peso, no vinculado necesariamente a una mayor ingestión de alimentos, apatía, depresión psíquica, pereza intestinal, mala tolerancia al frío, somnolencia, voz lenta y más monótona, palidez, cabello más seco y ralo, etc.

Al igual que con el hipertiroidismo, será necesario corroborar el diagnóstico previo al tratamiento que, salvo si hay nódulos, no será quirúrgico sino medicamentoso. Es muy importante la forma de conducir el tratamiento, sobre todo en personas de edad más avanzada. Que requieren un seguimiento más estricto por el endocrinólogo.

Del mismo modo que el hipertiroidismo, el déficit de función puede verse no solo en adultos sino también en niños y mujeres embarazadas, o en adultos que se encuentren cursando cualquier otra enfermedad, que deberá ser controlada al mismo tiempo

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