miércoles, 1 de septiembre de 2010

Cuidado con los cortes de digestión

Estas vacaciones, ¡cuidado con los cortes de digestión!


El corte de digestión es un trastorno que tiene lugar con relativa frecuencia en playas y piscinas durante los calurosos meses de verano. Y es que el cambio de temperatura que sufre nuestro cuerpo al entrar al agua, tanto si se acaba de comer como si no, puede provocar en el organismo la aparición de estos síntomas si esta acción no se realiza de forma adecuada.

El corte de digestión, también denominado golpe de agua o síncope por hidrocución, es un trastorno de gravedad variable que tiene lugar como consecuencia de la diferencia de temperatura entre la piel y el agua.

Y es que, cuando se entra en el agua de forma súbita mientras nuestro organismo está en pleno proceso de digestión, ocurre un desplazamiento de sangre que tiene lugar con el fin de contrarrestar el cambio de temperatura, y que provoca este trastorno.


Sin embargo, aunque siempre se ha dicho que este problema ocurre tras la inmediata ingesta de comida, lo cierto es que puede suceder en otros momentos, como es el caso de una zambullida en la piscina o el mar después de haber estado mucho tiempo al sol, o tras haber realizado ejercicio físico, ya que en todos estos momentos se produce ese cambio brusco de temperatura.

De ahí la importancia que tiene saber con exactitud qué práctica puede provocar este trastorno y cómo debe evitarse, en especial con los niños, que son siempre los que corren un mayor riesgo por su impaciencia y desconocimiento de este tipo de problemas.

¿Cómo se produce un corte de digestión?

El factor responsable de que se produzca el corte de digestión es la diferencia térmica entre la piel y el agua. Además existe el denominado reflejo por inmersión, que consiste en el hecho de que cuando se introduce la cabeza bajo el agua, nuestro organismo reacciona frenando el ritmo de los latidos del corazón.

En este sentido, se considera que el síncope por hidrocución es una manifestación extrema de dicho reflejo por inmersión que conlleva alteración de la circulación sanguínea general y que puede llevar a la parada cardiaca.

Este proceso ocurre más fácilmente cuando la persona está haciendo la digestión, pero no es exclusivo de esta situación, ya que, como hemos comentado, también puede ocurrir en cualquier circunstancia en la que se produzca una diferencia brusca entre la temperatura de la piel del individuo y la del agua.

En el caso de que una persona cuyo organismo está en pleno proceso de digestión, lo que ocurre es que si durante este proceso el individuo entra en el agua de forma súbita o si realiza un ejercicio físico intenso, la sangre que se encuentra en el tubo digestivo se desplaza hacia otros órganos (piel y músculos) para contrarrestar bien el cambio de temperatura en el ámbito de la piel, o bien las necesidades musculares por el ejercicio. Esta falta de circulación sanguínea en el sistema digestivo es la que da origen al corte de digestión y a sus síntomas.

Una rápida actuación puede evitar males mayores

Este desplazamiento brusco de la sangre se manifiesta por síntomas de intensidad variable. Las náuseas y los vómitos son los más frecuentes y menos graves, mientras que el descenso brusco de la presión arterial, la lipotimia y el paro cardíaco son signos menos frecuentes pero mucho más graves.

Cuando en una persona aparecen síntomas como náuseas y vómitos, es posible que se trate de un corte de digestión, aunque también pueden deberse a una simple indigestión. Sin embargo, si éstos vienen acompañados de mareos, palidez, sudoración o pérdida de consciencia, es muy probable que se esté ante un corte de digestión. En el peor de los casos, el enfermo puede llegar a sufrir un paro cardíaco.

En caso de que tenga lugar un corte de digestión, tanto si se trata de un niño como de un adulto, han de seguirse los mismos pasos. Se debe avisar a los servicios de urgencias y sacar a la persona del agua la más rápido posible.

Una vez fuera del agua, y hasta que lleguen los servicias de urgencia, hay que abrir las vías respiratorias de la víctima mediante la realización de la maniobra frente-mentón e iniciar la reanimación correspondiente en el caso de que sufra un paro cardiorrespiratorio.

¿Qué medidas se pueden seguir para prevenirlo?

Si bien es importante tener unos conocimientos básicos de primeros auxilios, la prevención es, sin duda, la mejor opción. Por ello, aunque pueda resultar difícil con los más pequeños, hay que seguir una serie de normas antes de darse un baño.

En primer lugar, es necesario respetar un tiempo prudencial de unas dos horas y media o tres después de la comida antes de sumergirse en el agua, especialmente si ésta ha sido copiosa.

Es igual de importante no entrar de golpe en el agua sino hacerlo de forma progresiva para que el cuerpo se vaya acostumbrando al cambio de temperatura, sobretodo después de haber estado al sol o de haber realizado ejercicio.

También conviene saber que un helado o un granizado, así como cualquier bebida muy fría, pueden resultar muy refrescantes, pero si se toman después de realizar ejercicio, son capaces de provocar un corte de digestión, como consecuencia del descenso de presión sanguínea que tiene lugar en la región digestiva.

Por último, hay que salir inmediatamente del agua si se sienten escalofríos intensos, náuseas, alteraciones en la visión o zumbidos de oídos, así como enrojecimiento intenso de la piel, y una vez fuera, abrigarse bien.

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